A lo largo de nuestra experiencia pudimos comprobar la necesidad de repensar el encuadre, flexibilizarlo y adaptarlo al medio digital en donde este componente crucial cobra aún más relevancia.
Es fundamental a la hora de hablar de un encuadre tener bien en claro cuál es el alcance de dicho término. Desde una perspectiva Psicosocial se lo podría definir como el espacio, tiempo y expectativas mutuas de una reunión, pudiendo afirmar que el encuadre es el continente, el marco, el espacio de contención y seguridad en donde se desarrollará un proceso en el cual el movimiento es sostenido por dichos acuerdos.
Dicho término es una derivación y consecuencia de la psicoterapia psicoanalítica, en que las condiciones metodológicas de la misma son fundamentales: el llamado encuadre analítico, es decir, las variables en que se enmarca el tratamiento psicoanalítico, las cuales son necesarias para cualquier tratamiento.
Adentrándonos desde la Psicología Social podemos entender que el encuadre es el conjunto de condiciones metodológicas que rodean la actividad sea grupal, individual o incluso institucional. Además aparece también en Pichon Rivière otra idea del encuadre, en donde lo asimila a esquema referencial, o a un ECRO (Esquema Conceptual Referencial Operativo), proponiéndose una idea de encuadre y de esquema referencial prácticamente como sinónimos. Desde esta concepción dirá que se observa desde un encuadre, desde un determinado esquema de referencia.
Retomando las primeras palabras, el encuadre como un espacio de contención, puede ser traducido, como posibilitador de una tarea, en donde se establecen las normas, los contratos explícitos e implícitos. Todo lo expuesto es pensado en función de encuentros que se realizan de forma presencial.
¿Qué sucede entonces cuando las reuniones no se dan de manera presencial?
Cuando la constante de tiempo y espacio varía de acuerdo a cada integrante. En base a estos interrogantes y teniendo en cuentas el encuadre tradicional, analógico en contraste con el encuadre que se hace presente en el mundo digital podemos enumerar algunas diferencias y plantear infinidad de interrogantes, pero nos gustaría hacer foco en algunas cuestiones que nos parecen determinantes a la hora de reflexionar sobre esta necesidad de flexibilización del encuadre.
En el campo digital, cuando hablamos de encuadre, notamos dos constantes que se ven particularmente alteradas. Son aquellas que se encuentran relacionadas con el conjunto de factores espacio temporales.
Cuando nos detenemos en las constantes temporales, probablemente la duración de los encuentros es una de la variables que más alteraciones y variables posee. Si tomamos a las redes sociales como un espacio en donde transcurren nuestros encuentros, podemos inferir que la duración de las reuniones en parte está condicionada o establecida principalmente por el funcionamiento de los diferentes algoritmos que hay en cada plataforma, o bien si vamos a trabajar de manera orgánica o bajo contenidos pautados. En ambas modalidades, el comienzo de las reuniones sucede al momento en que se publica el contenido. Cuando estos son incentivados con pauta publicitaria, el final del encuentro es marcado estrictamente por el consumo del presupuesto. En el caso orgánico, el final del encuentro presenta otras variables. Una de ellas puede ser lo pertinente o convocante que puede ser el contenido para los usuarios, o bien lo que sería un nueva publicación que lleva a los seguidores, casi de manera automática a una nuevo encuentro.
En esta línea el encuadre digital posee una característica con tendencia hacia lo atemporal. La variable del tiempo, no se encuentra tan definida como en el encuadre analógico. Porque en la mayoría de los casos en el campo digital, el encuentro queda a disposición para que los usuarios/miembros del grupo, ingresen a él e interactúen las veces que lo desean.
Podemos decir, que en la constante temporal de la frecuencia, y en la constante espacial del lugar, corresponden más a la estrategia que utilicemos y responden, en parte, a la constante funcional de los objetivos. Como por ejemplo si estamos trabajando en un encuadre digital establecido en Facebook, va a presentar variables a si está establecido en Instagram o en LinkedIn. Porque si bien el tipo de interacciones de manera superficial parecen similares, cuando profundizamos en el tipo de conductas que ocurren presentan diferencias sustanciales.
Comprender estas aparentes variables en las constantes del encuadre digital, probablemente sean uno de los nuevos y grandes desafíos para los Psicólogos Sociales. No solamente para hablar en futuro, sino en posicionarnos en un presente con un contexto de distanciamiento social, y en donde las herramientas digitales, son hoy las que nos permiten seguir desarrollando y ampliando nuestra mirada.